El fuego secreto del silencio
Elogio del silencio
Edgar Malaver Narro
II Juegos Florales Universitarios Nacionales 2022
Fondo Editorial de la Universidad Nacional de Trujillo
EDUNT, 1ra. Edición, 2024
322 págs.
Escribe: Jack Farfán Cedrón
La poesía, cuando dice más en pocas palabras, encauza su magia verbal en la compacidad, en el ensalmo, en la encrucijada que el sortilegio traduce en viandantes aves transmigratorias de estaciones. Es el prodigio de la lírica. La naturaleza, lo sorpresivo de una cotidianeidad que el poeta encarna como compaginando lo onírico con el duermevela del hilo dramático, lo escrito, trasunta una historia, ora épica, ora intimista: lo imposible que fulmina como el satori, iluminación, el no-estar de la poesía.
¿Qué podría significar el acto de abrir una
puerta y vislumbrar la luna como estado pensante? Para el común de los seres,
casi nada; pero para un poeta podría ser la puerta fantasmagórica a una serie
de fragmentarias maravillas; como en Sueños, de Akira Kurosawa.
Ahí que la poesía significa convertir la
cotidianeidad en magia, en maravilla del aedo que cuenta gota a gota la piedra
lírica que roe. Y el tiempo, acaso, será el cincel con que burilamos los más
bellos estados anímicos para paliar la realidad cruenta; para consolarnos de la
aflicción de lo burdo, del crudelísimo día a día, que algunas veces nos arranca
lágrimas o nos hace soportarlas.
Es Elogio del silencio un florilegio
silente que ha ensalmado, como el nigromante de tierras neblinosas, de cielos
celestes, de vientos que traen y llevan mariposas que nos hacen dormir. Sépanlo,
el vuelo feliz de una mariposa, que a lo mucho dura dos días, la convierte en
un ser feliz. Esos dos días de vida ya no le dan tiempo para aflicciones. Un
ser humano, si vive el ahora, si se centra en las dichas que Dios le prodiga,
que la naturaleza le regala, pues no sólo vivirá un par de instantes, sino todo
el tiempo que se merezca, gozoso. Es la eternidad incandescente. La felicidad
es cuestión de actitud. El olvido se centra en atrapasueños: coger lo negro en
ese fondo insondable a donde nadie quiere llegar.
Elogio del silencio, de Edgar Malaver
Narro (Cajamarca, 1974) tiene la forma de la naturaleza; esa forma a la que
llamamos un mundo circular, basado en las repeticiones más armónicas que la
naturaleza nos da la oportunidad de recrear. De árboles, de luces milagrosas,
de alfombras de luciérnagas viajantes y coleópteros fluorescentes que no sólo
alegran la noche incesante, sino que hacen del viajero nocturno un ángel de luz
en la presencia de todo lo creado.
En un solo abrazo estos elementos mágicos
energizan al hombre, porque somos de un mundo ultraterreno y también habitamos
el planeta celeste que nos prodiga de montañas, de cielo celeste, de aire que
al respirar insufla vida a toda máquina.
Es el espíritu el que ha gozado al leer Elogio
del silencio; cuyo eco nos trae buenas noticias de los desaparecidos; cuyos
colibríes asienten bebiéndose el néctar de las flores, de paso que sus
velocísimos aleteos son la carta que da buenas noticias de nuestros muertos.
Ellos están bien. Ellos son vigías de nuestros actos. Asienten, como el bruto
bueno, caballo canelo, parado junto al poyo de la casa vetusta de Vallejo.
Las lunas aquí, en Elogio del silencio,
son obleas transubstanciando el pan que nos toca, como justeza que también se
granjea a las aves. Ellas, con el solo vuelo alcanzan unos granos para seguir
volando sobre las eras de trigo. Otean, como el milano, a una precisión de relojería.
Dádivas que en un paraíso sigue siendo terrenal, y nos prodiga el Creador, para
que elogiemos en silencio todas cosas, las ramas etéreas, el heno de plata, los
rayos fulmíneos, como señales benignas de espectros bondadosos.
El fuego que los hombres en comunión conjuntan,
unidos por el calor humano de sus manos unidas, apasionados, en afinidad, cada
vez, remota ya la idea de separación o el último expiro, que no es más que el
paso a otro reino, donde la perfección habita una risa, un vuelo fugaz, un
fraternal abrazo manando lágrimas de dicha.
Noticia
vital del poeta
Edgar Malaver Narro se inició en el grupo
literario Simbiosis, allá por 1997; o incluso antes. En 1999 codirigió Voces
Muestra de Literatura contemporánea, en donde publicó poemas en sus seis plaquettes,
de 1999 a 2020. En 2001 se catapulta con la publicación del poemario Mitos
de la soledad, preciosos poemas que ensalman la naturaleza, el amor, y el
desamor; una voz neo-surrealista deslumbrante. Collage fractal (2007) continúa
con la tradición de César Moro y otros surrealistas. Collages, en donde se
adhiere frases recortadas y figuras, para armar inusuales y preciosistas
composiciones líricas conceptuales, dignas del mundo onírico en tierra. Oráculos
del plancton (2011), reúne varios libros de poesía de corte
neo-surrealista, embarcado en un arte en que la magia y la inigualable
naturaleza son su principal fuente de inspiración, ligadas al fuego del amor.
Mantiene inédito el libro Llaves para un instante, que, de un momento a
otro, como quien abre y cierra los ojos, seguramente ya nos sorprenderá con su
publicación, como toda su poesía que nos deleita el alma y nos abre las puertas
perceptivas de la mente con alas de mariposa de alas risueñas. Elogio del
silencio fue Ganador del premio de poesía “César Abraham Vallejo Mendoza”,
categoría Docentes, en 2022, organizado por la Universidad Nacional de Trujillo.
Edgar Malaver Narro funge como docente en la Universidad Privada del Norte,
sede Cajamarca.
Cajamarca, junio 30, 2024